La oscuridad se cernió sobre los enviados. Los truenos de vez en vez hacían retumbar la habitación. Un portentoso crujir parecía amenazar desde el cielo a los inquilinos. Cubiertos por un inmenso techo se veía algo de luz hasta uno de sus extremos. Mientras dos jinetes transportaban el aro fuera de la caverna donde se hallaban, los otros dos realizaban una exploración aérea para encontrar a algún gigante. La habitación totalmente oscura se iluminaba por el resplandor de los rayos. Era una habitación enorme, con cientos de extraños artículos y centenares de objetos conocidos para ellos pero de gigantescas proporciones. Pero no hallaban ningún gigante. Siguiendo el sonido de unos fuertes resoplidos volaron un poco bajo buscando el origen de aquello que parecía ser un respirar. En eso las nubes descubrieron a la luna, dejando a ésta iluminar la habitación, rebelando ante los diminutos aviadores a un colosal titán, su enorme rostro se encontraba bajo ellos, el resoplido no era otra cosa que su respiración. La alegría de su descubrimiento no les permitió ver como la mano del coloso se aproximaba ante ellos y estrelló contra su cara a uno de los jinetes, aplastándolo como quien aplasta a un mosquito. El otro hecho el vuelo hacia sus compañeros en tierra a quienes compartió su hallazgo y su tragedia.
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